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Carta a una estudiante de derecho
Se acerca la temporada de admisiones universitarias, te cuento varias cosas que me hubiera gustado saber antes de estudiar derecho
Si eres una estudiante que comenzará a estudiar derecho seguramente estás llena de sueños y anhelos. A lo largo de tus estudios te cuestionarás si estudiar derecho fue la elección correcta, probablemente más de una vez. Si has tenido el antecedente de algún familiar o ser querido que ha ejercido la abogacía posiblemente tendrás varias ideas preconcebidas y ventajas sobre tus compañeros (incluso sobre tus maestros).
Como abogada, maestra y eterna estudiante de derecho, es imposible no verse reflejada en los y las estudiantes. Si bien algunas reflexiones son genéricas y amplias, quise dedicar unas líneas especialmente a las estudiantes.
De leyes se habla mucho en las universidades, pero poco se habla de justicia. De conceptos, ideas y teorías de la justicia se ha escrito mucho y al día de hoy no terminamos de atinarle a lo que es justo para las mujeres.
Si bien la experiencia personal de una columnista no debe considerarse universal, hoy te quisiera adelantar algunas reflexiones que siguen tan vigentes como hace años atrás. Si bien ha habido algunos cambios positivos en las escuelas de derecho, continúa predominando el fetichismo jurídico colonialista[*] que ingenuamente muchos estudiantes, académicos y abogados nos compramos y repetimos como loros.

- Más de una ocasión verás a tus profesores y profesoras como las vacas sagradas que no son, y probablemente nunca lo serán. Esta performatividad típica de las escuelas de derecho tiene que terminar. Los estereotipos de la abogacía no pueden ser universales, pero tienen algo de cierto. En estos ambientes nos acostumbramos a venerar los cargos de poder. Generalmente son ostentados por personajes que están lejos de tener los mismos intereses que los estudiantes.
- En cuanto menos lo sospeches ya te habrás acostumbrado a usar formalismos ridículos como de llamar “licenciada magistrada”, “señor doctor(a)” o “su señoría” a más de uno de tus profesores o superiores jerárquicos. Esta no es tu culpa, es la alineación con el poder que tendrás que seguir para no ser excluida de los órganos burocráticos o de impartición de justicia.
- Llevarás más de una materia que no te servirán para nada más que para disipar tus energías (como derecho romano, por ejemplo). Y tendrás más de un profesor(a) que por ocupar algún cargo de poder jamás asistirá a clases o llegará a improvisar su cátedra. Alguno de estos personajes querrá invitarte un café por que le interesa tu opinión de su clase (aléjate, cuéntalo con tu círculo feminista de confianza y alza la voz).
- No es tu culpa, es la estructura de un sistema que venera como tótems a los cargos y se alimenta de compadrazgos y que por obvias razones como estudiante serás la última preocupación de tu universidad (especialmente si es pública, como la Universidad de Guanajuato).
- Más de una materia tendrá como examen repetir como loro leyes y conceptos que probablemente jamás en tu vida vas a utilizar o que en un abrir y cerrar de ojos serán reformadas o derogadas.
- Probablemente comprarás el estereotipo de que ir bien vestido es sinónimo de ser un abogado formal. Estas reglas no escritas podrán definir percepciones que tengan tus compañeros(as) y profesores sobre ti.
- Nunca dogmatices lo que dice la ley (y mucho menos lo que digan tus profesores) pues el derecho y la justicia no son sinónimos, incluso se acercan más a ser antónimos.
- En un futuro eres la competencia virtual para cargos y plazas que tienen tus profesores y eso no les va a gustar a muchos ellos. Más de un docente, litigante o académico no va a enseñarte todo lo que sabe con este temor que nunca confesará.
- El derecho tiene un eje androcentrista que pretende defender los intereses de los más poderosos. Por ello, muchos de tus profesores machirrines afirmarán (lloriquearán) que los derechos de las mujeres son privilegios. O jurarán que el pobre es pobre porque quiere.
- Dicho sea de paso, la neutralidad, imparcialidad y objetividad en la creación, interpretación y aplicación de la ley no existen. Son entes mitológicos producto del capitalismo y el patriarcado.
La anterior lista es bastante lúgubre y por sí sola plantea un panorama desesperanzador, pero esto no define la época de una estudiante de derecho. No está por demás decir que será una de las etapas de mayor crecimiento de tu vida. Gracias a los maestros(as), sin los maestros(as) y a pesar de nosotros(as), la universidad te podrá abrir los ojos a nuevos anhelos y horizontes siempre y cuando lo permitas.
Otros datos que como futuras abogadas debemos de considerar:
La primera abogada en México fue María Asunción Sandoval titulada en 1984.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), de cada 100 abogados, 62 son hombres y 38 son mujeres.
El promedio de años de escolaridad de los abogados es de 16.7; 90.3% tienen licenciatura, 9.2% maestría y 0.5% doctorado. Los varones estudian más posgrados que las mujeres.
Los abogados ganan 76.4 pesos por hora trabajada y las abogadas promedian cuatro pesos menos que ellos, es decir 72.4 pesos.
* Serrano, A. S. (2017). El fetiche jurídico del capital: Expansión imperialista de su hegemonía sistémica a través de los estudios de derecho. Problemata: Revista Internacional de Filosofía, 8(1), 324-402.