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12/14/2025
Domingo de elecciones: crónica callejera del triunfo de Lasso en Ecuador

Domingo de elecciones: crónica callejera del triunfo de Lasso en Ecuador

Hace unas semanas este escenario hubiera sido impensable: Guillermo Lasso estaba en un triple empate con otros dos candidatos por la segunda vuelta. La noche del 11 de abril, la felicidad contagió los corazones porque un exbanquero conservador será el próximo presidente

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    El domingo 11 de abril el Centro Nacional Electoral de Ecuador, a partir de las 19:00 hrs. anunciaría los resultados preliminares de la segunda vuelta de las elecciones para presidente del Ecuador.

    Eran alrededor de las 16 horas y pasaba caminando cerca del CNE, había bandos de los dos candidatos, por un lado se miraban personas del candidato Andrés Arauz, y a unos metros se evidenciaban simpatizantes de Guillermo Lasso.

    Iba apresurada a comprar mi despensa al supermaxi, existía el rumor de que el lunes 12 iniciaría nuevamente un toque de queda, se extendería la ley seca y volverían restricciones de movilidad vehicular, al menos en Quito.

    Su segura servidora haría compras de pánico, alimentos enlatados, congelados y procesados abundarían en los estantes de su cocina. Había bastantes compradores, pero no como en otros domingos que había que esperar haciendo largas filas afuera de los supermercados esperando su turno para entrar.

    Al fin eran las 19 horas, y para no perder la costumbre dominical cenaba comida rápida con unos amigos.

    Nos encontrábamos a unos metros del CNE y otros metros del corazón financiero de Quito.

    Un silencio invadió la sala de televisión, se escucha a Don Alfonso en Televistazo, quien anuncia los primeros resultados de los conteos de las votaciones. Había tensión en el ambiente, mis amigos estaban en ascuas, pues sus empleos dependían de los resultados de aquellas elecciones.

    Comenzaban a escucharse cláxones en la calle, estábamos en un doceavo piso, pero cada vez era más fuerte el ruido, se escuchaban gritos de felicidad.

    Terminábamos nuestras pizzas y cervezas, nos alistábamos para salir a la Avenida Portugal, la curiosidad nos mataba, desde aquel departamento veíamos gente en otros pisos, todos ellos aplaudiendo y levantando los brazos, parecía que no hacía frío.

    Caminábamos por República del Salvador, una calle que me recuerda a Paseo de la Reforma, pero en versión ecuatoriana. A lo lejos comenzaban a verse las largas filas de automóviles tocando el claxon, se anunciaba el fin del correísmo.

    Pasando por el colegio Benalcázar, nos perseguían los curiosos que como nosotros, también disimulaban que paseaban al perro. Voces con acentos venezolanos, colombianos y ecuatorianos festejaban con palabras ininteligibles.

    La felicidad contagiaba cualquier corazón, en los restaurantes y bares que rodeaban la zona festejaban como si se hubiera ganado el mundial de fútbol.

    Nos dirigimos a la Tribuna de los Shyris: innumerables playeras, fotografías de Guillermo Lasso y banderas ecuatorianas eran ondeadas por niños, mujeres y ancianos.

    Hace unas semanas este escenario hubiera sido impensable, Andrés Arauz encabezaba la primera vuelta electoral. Guillermo Lasso, Yaku Pérez y Xavier Hervas tenían un triple empate por la segunda vuelta.

    Era imposible pasar por algunas calles, había música, gritos animosos y banderas ondeantes por donde me asomara.

    Eran más de las 21 horas y parecía no tener fin aquel derroche de energías. Los automóviles de la gente aniñada (como los llamados Whitexicans) o aspiracionales no dejaban de dar vueltas sobre la Avenida de los Shyris, el Quicentro y la Carolina.

    Pasando esas horas fue una verdadera odisea cruzar aquellas calles para ir a casa, no pasar por algunas calles por estar demasiado llenas, y no pasar por otras calles por estar demasiado vacías era la cuestión.

    En general, pocos de mis conocidos votaron por Guillermo Lasso en la primera vuelta, sus votos fueron por Hervas o por Yaku, sólo sé de dos familias que votaron por Arauz.

    Me detuve un poco a pensar en un parque mientras esperaba un Uber, me recordaba por momentos al triunfo electoral de Felipe Calderón. En días pasados la conversación en las calles, el transporte público y en las oficinas se polarizaban a favor o en contra del correísmo.

    Claro, pues hay que recordar que Guillermo Lasso es un exbanquero, conservador, quien ha ganado después del tercer intento. El ahora electro presidente pertenece al Partido Social Cristiano y esto sin duda son banderas rojas que no se pueden ignorar.

    Voy en mi transporte escuchando en la radio el discurso del candidato electo. En primera instancia da gracias a Dios por su triunfo, congruente con los valores de su partido. Prosiguiendo en su discurso, tan largo como la cuaresma, me causaron gracia y luego mortificación ciertos comentarios vertidos en aquella disertación.

    Si bien, en su retórica el discurso religioso preponderaba y la amenaza a la laicidad del país es algo que no se debe dejar a la ligera. Esto apenas era el comienzo.

    En primera instancia recalcó la defensa de los derechos de las mujeres desde la concepción. Algo que ya se le había criticado, pues en Ecuador el aborto se encuentra criminalizado y parece que esto no cambiará.

    Después de una larga lista de agradecimientos, nombró a su hija María de Lourdes, no sin antes mencionar en cadena nacional, que ella estaba soltera.

    En ese mismo discurso, Lasso mencionó que él y su esposa, la ahora primera dama, no dejarían solas a las adolescentes embarazadas, pues ellos ahora serían sus padres. Algo ya me causaba escozor ya que ninguna sociedad necesita adolescentes embarazadas, lo que sí necesitamos es acceso a educación sexual y prevención de la violencia sexual. Entiendo el discurso buenista, y peligroso, pero los problemas deben atacarse de raíz.

    Por último propugnaba sobre los derechos de la comunidad LGBTIQ+ el “protegerlos para evitar que sean discriminados, estigmatizados, señalados” , hasta aquí todo parecía correcto, pero luego agregó “por su manera de ver la vida”, como si pertenecer a dicha comunidad fuera una opinión. Entonces mis pies volvieron a la realidad.

    Llegaba a mi domicilio, acariciaba a las perritas de mi vecina, mientras le pregunto su opinión de las elecciones. Su respuesta fue magnífica.

    “Ñaña, tú me estás preguntando que si prefiero morir quemada, o morir ahogada, ¿que no ves que no había a cuál irle?”

    Y bueno, después de eso me fui a comer chifles y mirar alguna película.

    Foto de portada: especial

    19 de abril de 2021, 07:05

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