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12/14/2025
Monica-Maristain

Jorge Ibargüengoitia: su voz y su literatura, más allá de Las muertas

Mientras Juan Rulfo alzó la narrativa mexicana al rango de mito y fatalidad, Ibargüengoitia fue su contracara: un cronista de la corrupción, el absurdo y la degradación social

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     La ironía es un bien escaso en México. Jorge Ibargüengoitia (1928-1983) supo darle forma y estilo hasta convertirla en literatura, esa que hoy vuelve a la conversación con el estreno de Las muertas, película de Luis Estrada basada en una de sus novelas más emblemáticas.

    Mientras Juan Rulfo alzó la narrativa mexicana al rango de mito y fatalidad, Ibargüengoitia fue su contracara: un cronista de la corrupción, el absurdo y la degradación social. Entre sus páginas no hay redención, sino un espejo burlón donde políticos, militares, clérigos o simples ciudadanos muestran su ruindad.

    En 1977, Ibargüengoitia publicó Las muertas, inspirada en el caso real de las hermanas Poquianchis, proxenetas que explotaron a mujeres durante más de quince años. La novela, galardonada con el Premio Casa de las Américas, retrató con sarcasmo y crudeza la violencia estructural del país: gobiernos cómplices, instituciones corruptas y una sociedad habituada a convivir con el delito.

    El crítico Sergio González Rodríguez la definió como “su mejor novela, junto con Estas ruinas que ves y Los relámpagos de agosto” y destacó en ella la capacidad de mostrar “la degradación de vivos que hablan como si estuvieran muertos”.

    Ibargüengoitia murió el 27 de noviembre de 1983 en el accidente aéreo del Vuelo 011 de Avianca, rumbo a Madrid, donde iba a participar en el Primer Encuentro de la Cultura Hispanoamericana. Tenía apenas 55 años. En ese mismo avión perdieron la vida críticos como Ángel Rama y Marta Traba, el novelista Manuel Scorza y la pianista Rosa Sabater.

    “Podría estar vivo todavía y habría treinta libros más”, lamentó Juan Villoro, uno de sus principales difusores, quien lo definió como “el gran tío mítico de todos nosotros”, un escritor entrañable capaz de capturar el tono coloquial de las tertulias y los rumores.

    El humor como desmitificación

    Desde su primera novela, Los relámpagos de agosto (1964), sátira de la Revolución Mexicana, Ibargüengoitia eligió el humor como arma literaria. En Maten al león retrató con ferocidad a un dictador caribeño; en Los pasos de López desmitificó la Independencia; y en Dos crímenes dejó al descubierto la avaricia y mezquindad de la provincia.

    El académico Guillermo Sheridan destacó su capacidad de “analizar narrativamente las argucias legitimantes de la débil cultura política y moral del país por medio de una feroz parodia del estilo”.

    Hoy, Ibargüengoitia sigue ganando lectores jóvenes. Su Instrucciones para vivir en México es lectura obligada para quienes buscan comprender las contradicciones nacionales. Y cada cierto tiempo, nuevas ediciones, homenajes y ahora adaptaciones cinematográficas confirman la vigencia de su literatura.

    Luis Estrada, director de películas como La ley de Herodes yo El infierno, encuentra en Las muertas el material perfecto: un relato donde la sátira social se combina con la violencia estructural, mostrando que el México de Ibargüengoitia aún dialoga con el México de hoy.

    “Si no ha leído a Jorge Ibargüengoitia, compre alguno de sus libros y léalo. Insisto: léalo”, escribió el periodista Enric González. La recomendación sigue siendo válida: con él, la risa se convierte en la forma más lúcida de resistencia.

    Este texto se publicó originalmente en el sitio Maremoto, en este enlace.

    26 de agosto de 2025, 10:57

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